Cosquín rock : 25 años de música , montaña y emociones.

A las 14:30, los primeros acordes de la jornada empezaron a sonar, dando inicio a una nueva edición del Cosquín Rock. Entre los primeros en subirse al escenario estuvieron Santi Celli, el ex Salvapantallas, y Ryan, un quinteto de Buenos Aires que hace rock alternativo. Ambos artistas, ubicados en escenarios distintos, a un kilómetro de distancia, calentaron motores para lo que sería una jornada inolvidable.
En el Escenario Sur, Jóvenes Pordioseros, la banda de Los Barrios, encendió la mecha del rock and roll en el festival, haciendo flamear las primeras banderas de la tarde. Poco después, a las 16:30, Hilda Lizarazu tomó el escenario para repasar clásicos de Charly García, como “Seminare” y “Fanky”, e interpretar junto a su hija un emotivo “Símbolo de paz”. La cantante argentina, acompañada por Lito Vitale y una banda que incluía cuerdas, vientos, teclados, bajo y batería electrónica, demostró por qué es una de las grandes del rock nacional.
Mientras tanto, en el Escenario Norte, El Mató a un Policía Motorizado y Divididos hacían lo suyo. Divididos, fiel a su estilo, brindó un show aplanador que dejó al público sin aliento. Su vocalista, Ricardo Mollo, prometió volver el próximo año, y la banda se despidió con un doblete que incluyó “La Rubia Tarada” y “¿Qué Tal?”.
En el Sur, Los Tipitos y Guasones, la banda platense liderada por Facundo Soto, también le daban color al festival. Pero el Escenario de Montaña tenía preparada una seguidilla de bandas que iban a convocar a una multitud. Allí, Cruzando el Charco y dos bandas uruguayas, La Vela Puerca y No Te Va Gustar, hicieron de las suyas. La Vela Puerca, con un show bien hitero, invitó a Emiliano Brancciari, el cantante de No Te Va Gustar, para hacer un clásico de la banda: “Zafar”. ¡Un temazo!
Después, La Vela Puerca se despidió del escenario y No Te Va Gustar subió a las tablas. Allí, su vocalista y la banda le dedicaron el show a todos sus colegas que habían sufrido censura y agravios. También hicieron un cover de “Un ángel para tu soledad” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Pero el Cosquín Rock no era solo música. El predio contaba con un patio de comidas con una gran variedad de opciones gastronómicas. También había juegos y lugares para descansar que, seamos sinceros, se ocuparon más rápido que las entradas para ver a Messi. Además, el festival ofrecía puestos de hidratación para que el público pudiera refrescarse y mantenerse hidratado durante toda la jornada, especialmente teniendo en cuenta que, a pesar de que la lluvia había parado antes de que el festival arrancara, las altas temperaturas no tardaron en hacerse sentir.
Y se notaba... el público recurría a todo tipo de abanicos, de todos los colores y tamaños, para combatir el calor. Como un espacio de contención y seguridad, especialmente para las mujeres, el Cosquín Rock implementó el “Sector Info Rock”, un lugar de encuentro y protección donde personal femenino ofrecía información, asesoramiento y apoyo a quienes lo necesitaran. También funcionó como punto de encuentro para aquellas mujeres que se habían separado de sus grupos durante el pogo o en la multitud.
En resumen, el Cosquín Rock es mucho más que música. En tiempos de tanta desunión, se alza como un espacio donde la música nos convoca y nos une, un punto de encuentro donde podemos celebrar juntos nuestra pasión por el rock. ¡Un evento que vale la pena vivir!