Martín Agú, el ingeniero de Almafuerte que acaba de enviar un satélite a Júpiter.

Entrevistas 20 de abril de 2023 Por Maximiliano Acosta
Trabajó en un proyecto para enviar un satélite a Júpiter de la Agencia Espacial Europea (ESA), que va a explorarla vida en los satélites naturales del gran Planeta.

Martín Agú es ingeniero, nació en Almafuerte y desde hace siete años trabaja en el Instituto de Investigación Espacial Austríaco. Forma parte de un proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) que explorará si existe alguna forma de vida en tres grandes satélites naturales que tiene Júpiter. Lanzaron el satélite bautizado Juice con destino al mayor planeta del sistema solar. Estuvimos conversando con él sobre su carrera.

Le preguntamos al inicio como se encontraba,  y nos dijo que estaba muy emocionado por lo que le ha tocado vivir estos días. Y sorprendido sobre cómo se ha desparramado esa noticia.

"Sabiendo que esto que me tocó vivir es un sueño que tengo desde chiquito. Siempre quise ver como un cohete se iba al espacio y siempre pensaba en la NASA que es lo que conocía. Me fabricaba mis propios cohetes y los lanzaba. Y ahora pensar que vi un lanzamiento y trabajé seis años en un proyecto que a nivel mundial es muy conocido ahora, la verdad me emocionó mucho y me sigue emocionando", expresó. También contó que extraña Argentina. A sus amigos y a su familia y que en Austria vive con su esposa Lisa, y sus hijos de 3 años y 7 meses.

M.A: Vos no vivís en Argentina, contame cómo llegaste a Austria.

Martin: Yo hice la carrera de ingeniería en la UTN en Córdoba y siempre tuve interés en obtener becas en Alemania o Austria porque cuando fui al ENET en Río Tercero, estuve de intercambio en Alemania y desde ahí tuve en la cabeza que quería volver. Estuve once años de mi vida esperando y en el 2011 conseguí una beca del Gobierno austríaco. Daban una beca para toda Latinoamérica y la gané. Viví casi un año acá y la última noche conocí a la que hoy en día es mi mujer. Y después estuve en Argentina trabajando para la CONAE pero con una empresa tercerizada. Después decidimos pegarnos la vuelta y hace 9 años que vivo acá y siete que trabajo en el Instituto de investigación espacial Austriaco (ESA). Siempre fue mi sueño trabajar en el espacio, pude hacer muchas cosas lindas en Argentina con muchos amigos de Río Tercero y ya estando acá pude empezar a trabajar para JUICE, que es el acrónimo en inglés del proyecto que significa "Las lunas heladas de júpiter".

Trabajé seis años en ese proyecto, invertí mucho tiempo. Fui el encargado de rediseñar la placa que está en el satélite, que fue completamente testeada por mi y eso me emociona porque pienso que trabajé en algo tan importante y ahora lo veo funcionar. Una placa electrónica que vaya a un satélite tiene que funcionar a la perfección, cero error porque una vez que sale con el cohete al espacio no hay forma de repararla. Han sido seis años duros, de mucho pensar -pero con muchas cosas lindas- porque aprendí mucho y conocí mucha gente. Ahora estuve en la Guyana Francesa disfrutando del lanzamiento, fue muy emotivo para todos los que trabajamos en ese proyecto porque es el más grande que ha hecho la ESA, que sería como la NASA europea, hablando vulgarmente. Es la primera vez que un proyecto de la ESA va al espacio profundo como es Júpiter y va a estudiar tres de sus lunas principales, las lunas galileanas. Europa, Calisto y Ganímedes. 

M.A: ¿En qué momento llegan a la idea de investigar si hay vida en Júpiter? ¿Qué misión tiene el instrumento -que ya vas a nombrar técnicamente- que construyeron?

Martín: El proyecto fue propuesto por la ESA y se necesitaban diferentes instrumentos del satélite para medir lo que necesitan. Uno de los objetivos del satélite es ver si existe un tipo de vida, no del tipo “enanitos verdes” (risas) sino del tipo bacteriológico. Hay un montón de estudios que se quieren hacer sobre las lunas heladas de Júpiter. Son diez instrumentos principales que tiene el satélite y uno de esos instrumentos es el que nosotros fabricamos. ¿Por qué formamos parte de este proyecto? Porque por ejemplo, se cree que las lunas heladas de júpiter tienen océanos de hielo bajo su superficie, aunque todavía no se sabe. Y la luna más grande de Júpiter, Ganímedes, es la más importante para nuestra misión, para nuestro instrumento porque es la única luna del sistema solar que tiene campo magnético propio. Nosotros construimos un magnetómetro, que es muy especial, porque mide campo magnético en forma escalar, osea que te da un número preciso y lo innovador de este proyecto es que es la primera vez que existe un magnetómetro escalar en el espacio. Y ya sabemos que funciona porque en 2017 lanzamos un satélite con China y está orbitando la tierra y mide el campo magnético terrestre.

Ahora el mes que viene lanzamos otro satélite y en diciembre, otro. Lo más desafiante para nosotros es que el magnetómetro llegue a Júpiter y que funcione, porque las temperaturas son completamente diferentes a las que soportan al estar orbitando cerca de la tierra. Nosotros trabajamos en conjunto con el Imperial College London, que es una universidad de Londres y con una universidad Alemana. Ellos crearon otros magnetómetros pero son vectoriales, osea, en cada dirección de los ejes X, Y, Z ellos miden cada componente y nosotros sintetizamos todo eso y nos da un número escalar. En sí, nuestro instrumento es muy complejo porque medimos el campo magnético a través de un haz de luz.

M.A. ¿Cuándo piensan ustedes que va a empezar a dar resultados este satélite o que va a dar señales?

Martín: El satélite se largó el viernes, entró ya en órbita, tiene un viaje muy largo hasta llegar a Júpiter. Tarda ocho años pero tiene varias etapas: da una vuelta en un año alrededor del sol y vuelve a la tierra. Se vuelve a impulsar con  la gravedad de la luna y la Tierra. Y después otra vuelta al sol y va a Venus y después de nuevo a la Tierra. Es un camino largo hasta llegar a Júpiter. Durante todos esos ocho años nosotros vamos monitoreando que funcione correctamente. Por ejemplo, de todos los diez instrumentos, el satélite tiene antenas o brazos donde están los sensores para medir el campo magnético de los planetas y no del satélite mismo. 

Hay muchos procesos. Primero, se lanza el satélite y entra en órbita. A la media hora, se toma el primer contacto a ver si reacciona. Por suerte reaccionó, mandó una señal. Después -yo estuve viajando dos días para llegar a Austria- ya envió imágenes desde el espacio y está todo bien. Para nosotros, para la parte que nosotros hicimos, empieza a tomar relevancia el viernes porque van a desplegar un brazo que tiene una longitud de diez metros que es donde se encuentra nuestro sensor. Hay que ver que se despliegue bien lo que se calculó. Y la electrónica que yo fabriqué con otros colegas la van a encender en mayo, creo que el 8 de mayo. Ahí tenemos que hacer todos los test que yo testee en laboratorio, pero ahora en su camino hacia Júpiter.

M.A: ¿Qué otros proyectos se vienen?

Martín: Ahora estoy en la parte de la electrónica, en la distribución de voltajes, en otro satélite que se lanza en el 2029, creo.

M.A: ¿De qué se trata lo que vos haces como ingeniero electrónico?

Martín: Bueno, los celulares, las computadoras todo necesita electrónica. Cuando abrís el celular tiene una placa electrónica con un montón de circuitos.  Yo tengo que pensar esos circuitos y diseñarlos para que hagan lo que yo quiero según la aplicación que quiero. Por ejemplo, yo dije que con un haz de luz podemos medir el campo magnético. Parece muy simple explicado así pero después ese haz de luz tenes que convertirlo en un voltaje para que se pueda procesar. Y lo que estoy haciendo ahora en este proyecto es lo siguiente: nosotros recibimos la tensión, el voltaje de los paneles solares y hay que distribuirlos en las placas. Por ejemplo, las pilas tienen 1.5 voltios o las baterías 9 voltios, yo tengo que distribuir a las placas lo que necesitan. Ese es mi trabajo: rediseñar circuitos, mejorar lo que ya está hecho o hacer cosas desde cero. Es un trabajo muy interesante. A mi me apasiona. Por más que tenga bastantes dolores de cabeza, porque en la teoría todo funciona pero cuando vas al laboratorio no funciona nada. Por ejemplo, para llegar a la placa que está en el satélite estuve seis años. Primero hice una placa muy muy simple que es con componentes que podes comprar en Mercado Libre y vas mejorando eso hasta llegar a componentes de vuelo. Por ejemplo hay un componente que sale 30000 euros. Por eso no hay que mandarse macanas porque sino tirás 30000 euros. Por eso los proyectos tardan en concretarse. Ahora hay que ver que todo lo que hicimos funcione, que hayan sobrevivido las placas al lanzamiento que es la parte más crítica porque le cohete vibra muchísimo, entonces los componentes tienen que estar muy bien soldados, las placas tienen que estar pegadas con un pegamento muy especial para que no vibre y no se quiebren. Pero una vez que ya está en el espacio ya no hay problema.

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