"A veces es mejor tener las fotos de ídolos que conocerlos tanto"
- ¿Por qué el título del libro?
-Tuve acceso directo por mi padre, que fue representante de muchas bandas de rock,
trajo a (Carlos) Santana a la Argentina, porque conocí a Charly (García), porque Grinbank (Daniel)
me dio trabajo. No estaba en mis planes ser fotógrafa. Hacía ropa, estudiaba psicología
pero hice un curso y se convirtió en mi profesión, en mi vida.
- ¿Cómo era aquel ambiente del rock en la década del 80?
- El rock surge como una respuesta para romper con estructuras que venían muy jodidas
por la dictadura. Cantar bailar y disfrutar de la ciudad, ser uno mismo, era algo que te
convertía en subversivo. El rock vino a reunir a todos los que estábamos tratando de vivir
una vida diferente. Fue un movimiento que estaba a punto de estallar y en la Guerra de
Malvinas terminó de explotar. Era arriesgado ir a un concierto, era raro no terminar preso,
siempre en lugares muy under, sótanos, marginales. El Rock venía empujando y los 80´
fueron el semillero.
- ¿Cómo te llevas con las nuevas tecnología desde muy profesión, entre lo digital y lo
análogo?
- Yo pasé la mitad de mi carrera analógica y luego vino lo digital. No voy en contra de la
tecnología. Pero me gusta la fotografía de las ideas, de mirar los lugares. La fotografía no
es una cámara, sino la vida que tuviste. Se trata de una construcción y no de una cuestión
tecnológica que se resuelve con una buena cámara y en post-producción. Me encanta la
tecnología, pero yo quiero resolver cuestiones como las luces, los escenarios, conocer a
los personajes.
- ¿Cómo es la historia de este foto?
- Esos encuentros en Córdoba eran muy esperados, porque nos encontrábamos: Están
todos. Luis (Alberto Spinetta) tenía un humor increíble, todo el tiempo haciendo chistes, y
eso le da contexto a la foto que define perfectamente como era eso de convivir todos en
un mismo hotel. No es una foto artística, pero cuenta un pedazo de la historia. Me
acuerdo del barro, de La Falda, de una multitud tratando de subir al escenario o escapar
desde los hoteles.
- ¿Cómo ves a figuras consagradas como Andres Calamaro que genera polémicas desde
las redes sociales?
- Disiento en las posiciones que Andrés expone. A veces es mejor tener las fotos de ídolos que conocerlos tanto. Lo quiero entrañablemente, pero no adhiero a sus posiciones sobre el feminismo, me apena que se exponga innecesariamente.
- ¿Cómo era ser fotógrafa mujer en la década del 80?
- Fue muy difícil. Discriminación y machirulismo hay en todos los ámbitos. No lo viví en el
rock hacia mí, pero sí lo vi en relaciones de pareja, en ese tipo de situaciones. Las minas
no nos animábamos a exponernos tanto por miedo al machismo. Con el tiempo pudimos
ocupar espacios que eran exclusivamente de los hombres. Inclusive en nosotros estaba
esa discriminación de pensar que estaba mal ser fotógrafa. Eso nos pasó a todas las
mujeres que en ese momento empezábamos a laburar.
- ¿Hay alguna portada de disco especial para vos?
- Venía haciendo otras cosas y cuando apareció la de León Gieco (Pensar en Nada), fue la
primera grosa. Todas las tapas, que fueron más de 100, tienen una historia, una impronta,
una anécdota. Eran momentos donde no me daba cuenta lo que estaba haciendo. Tuvo
que pasar tiempo para valorar todas esas tapas que son muy importantes culturalmente.
En la tapa de Todos Tus Muertos (Dale aborígen) yo venía de Méjico y tenía muchas fotos
de cráneos del museo antropológico e hice un sándwich con los retratos de los músicos
pegados con cinta scotch y salió esta tapa.