TRES PROPUESTAS (Y TRES PROPUESTAS MÁS) PARA LA LITERATURA FEMINISTA DEL FUTURO
El feminismo en occidente responde a las necesidades de las mujeres en su propia sociedad: ellas desarrollaron luchas y construcciones teóricas que pretenden explicar su situación de subordinación. Al instaurarse en el mundo de relaciones coloniales, imperialistas y transnacionales, estas teorías se convierten en hegemónicas en el ámbito internacional invisibilizando así otras realidades y otros aportes” así dice Julieta Paredes en “Hilando fino sobre feminismo comunitario” y nos obliga a pensar cuánto de cercano, cuánto de nuestro, cuánto de campesino, de indio, de sudaca tiene el feminismo occidental que levantamos como bandera, como horizonte de mejores futuros.
Comenzar a hablar sobre feminismo comunitario en este caso, nos invita a -tomando como base, la conferencia de Ricardo Piglia “Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades)- formular tres propuestas (y tres propuestas más) para la literatura feminista del futuro.
“Las mujeres latinoamericanas debemos repensar nuestra condición desde donde pisan nuestros pies.” con esta cita de Paredes, nos adentramos en la primera propuesta de Piglia. Es fundamental y emergente reconstruir la verdad social cómo un horizonte político. Reconstruir el feminismo desde una mirada del feminismo comunitario. El feminismo que conocemos, muchas veces no es el feminismo que necesitamos. Las feministas latinoamericanas que no pertenecemos a comunidades indígenas, adoptamos como bandera de lucha un feminismo que viene de occidente. Un feminismo que se funda en las capitales del capitalismo y la colonización; que fue configurado por mujeres del llamado “primer mundo” de acuerdo a su propio contexto, del suelo que pisan sus pies, no los nuestros. De esta manera, este feminismo se vuelve discurso oficial (salvando la característica heterogénea del movimiento). El feminismo occidental no entiende de nuestras lógicas latinoamericanas, no entiende de nuestras identidades; no sólo femeninas, sino también campesinas, nativas, negras, atravesadas por la colonización y por años de dictaduras siniestras. Por eso, como plantea Paredes, desde nuestro feminismo autónomo boliviano (y sudamericano) hay que desmitificar la idea de "desarrollo sostenible", el desarrollo de los países del primer mundo y a nosotros nos toca sostenerlo, de esta manera no podemos no pensar que la cuestión de género también está atravesada por la división de clases y que las opresiones y luchas son diferentes según el estrato social de cada mujer.
El feminismo en occidente, por ejemplo, le permitió a las mujeres posicionarse como individuas en frente a los hombres pero acá, en Latinoamérica, muchos pueblos originarios y campesinos le dan mucha importancia a la comunidad y eso también plantea el feminismo comunitario: hombres y mujeres viviendo en comunidad. Pero como además de comunidad, son mujeres víctimas del sistema patriarcal, es necesario una doble lucha: como indias y como mujeres. De esta manera las personas que no pertenecemos a ninguna comunidad indígena podemos fácilmente identificarnos en la propuesta de un feminismo comunitario que, al mismo tiempo que propone una lucha contra el patriarcado y el capitalismo, busca crear comunidad sin la necesidad de modelos de organización de otros contextos y territorios.
Muchas son las autoras que han escrito su literatura reivindicando los relatos de un feminismo comunitario y latinoamericano, retomando esas vivencias propias del suelo que pisamos, tomando las palabras de Paredes. Una de estas autoras es Patricia Karina Vergara Sánchez, poeta mexicana y feminista. Citamos su poema “Soy india”: “Soy feminista, en una tierra hostil a la palabra mujer. Soy mujer, en un tiempo en que el femicidio nos ha vuelto desechables”, hasta ahí, la autora expone dos puntos que son perfectamente aplicables a cualquier contexto social, geográfico o político, para cualquier mujer feminista. Pero no se queda ahí, y pone sobre la mesa también el carácter anticapitalista y antiimperialista de su lucha, íntimamente relacionada con un contexto particular, propiamente Mexicano (y latinoamericano) “Participo en la lucha laboral de un pueblo ya comerciado y en las manos del patrón, (...) soy antiimperialista viviendo al lado de Bush” y sigue más adelante, con lo que consideramos, podría ser perfectamente un manifiesto del feminismo comunitario “Entonces, no me queda otra (...) que elegir sobre mi vida, que armarme antipatriarcal, (...) que rebelarme contra el patrón, que escribir por la libertad de las presas políticas, que denunciar al imperio, que amar mi cuerpo, que apagar el televisor, que mostrar mis bolsillos” El feminismo en Latinoamérica no puede pensarse solo como antipatriarcal, debe ser necesariamente anticapitalista y antiimperialista, sino es un feminismo para pocas. Y Patricia Karina Suarez Vergara lo deja claro en su poesía: “Entonces no me queda otra…” La literatura feminista occidental, blanca, burguesa, no está mal, es necesario leerla, ha sido el puntapié feminista para muchas pero es incompleta, insuficiente para nuestra realidad. Para Latinoamérica son necesarias las Giocondas Belli, las Patricias Suárez Vergara, las Danielas Catrielo, entre muchas más que ponen sobre la mesa un relato feminista, pero también de denuncia a la colonización y al sistema capitalista e imperialista que nos oprime; discursos que exponen lo insuficiente del discurso feminista occidental; revolucionario sí, pero a medias.
En un segundo momento, Piglia establece como propuesta el desplazamiento del lenguaje, por lo que resulta preciso citar voces feministas latinoamericanas, exponer relatos que le dan voz al feminismo comunitario. ¿Cómo mostrar esta realidad? ¿Cómo decir algo que de otra manera no podría ser dicho? ¿Cómo hacer, por ejemplo, para darle voz a nuestras ancestras, víctimas del patriarcado mucho antes de la colonización? Daniela Catrileo y Gioconda Belli son ejemplos de cómo hacerlo. Catrileo, poeta mapuche nos muestra en su poesía esta realidad pre-colonial, deja hablar a quienes estaban en nuestras tierras cuando llegaron los colonizadores. Puede hacerlo porque pertenece a una comunidad que vivió en carne propia el horror.
“Ensayamos un escenario de griteríos
para enojar a la montaña
con máscaras que tapizan vestiduras
pieles de fieras panterinas
y nuestros corazones al centro
Una geografía selvática
donde entrenamos flechas y coreografías
para nuestras centinelas
Después de esto
las noches no fueron más
que el invento del origen
un manojo de muertes a la intemperie
y tal vez
un poco de añejo mezcal
que nacía del primer árbol.
Antes del horror estábamos vivas
Todas quisimos ser el sol”
Historias como ésta se han repetido en todo Latinoamérica, historias de violencia y resistencia cotidiana que deben contarse para que no vuelvan a repetirse. ¿Cómo podría relatar esta realidad una autora feminista desde el lugar de la colonización? En este ejemplo, es clara la invisibilización en la incurrimos cuando solo rescatamos el relato feminista occidental. Además, como plantea Julieta Paredes, la opresión de las mujeres latinoamericanas no vino con la colonización; el pasado pre-colonial no es un pasado ideal sin opresión y de mujeres libres. Gioconda Belli, es su obra más conocida, “La mujer habitada” lo expresa perfectamente, dándole voz a una habitante originaria de la región, a través de su personaje Ytza “Yo miraba, ocultada, desde unos matorrales, porque a las mujeres no se nos permitía entre los oficios de los sacerdotes. Debía haberme quedado en la tienda, pero de todas formas, habìa desafiado lo que propio para las mujeres, yéndome a combatir con Yarince. Era considerada una texoxe bruja, que había encantado a Yarince con el olor de mi sexo” Acá la voz de una habitante originaria, denunciando a su manera la opresión patriarcal que le permitía unas cosas y no otras, que se rebela ante lo que es esperable para ella y es condenada, acusada de bruja, de “engualichar” al varón. De nuevo, el discurso occidental queda corto,es escaso, insuficiente cuando se trata de darle voz a otras mujeres oprimidas, sujetos también del feminismo, pero de uno bastante diferente al feminismo del “primer mundo”.
Finalmente, la última propuesta de Piglia es la claridad del lenguaje. Que no es simpleza. El lenguaje simplificado subestima y conduce a la naturalización de ciertos discursos hegemónicos. El relato debe ser claro, pero no simple, se debe promover cierta criticidad en el pensamiento del receptor. Consideramos, en este caso que, las canciones, como forma de poesía popular, pueden ayudar a clarificar ciertos discursos, además, al alcance de todos. Ana Tijuox, cantautora chilena, militante feminista, en sus canciones y también en cada uno de los shows y entrevistas que da, repite hasta el hartazgo un claro discurso feminista y también anticapitalista y antiimperialista, además de denunciar a los gobiernos dictatoriales que azotaron a América Latina. En su canción “Vengo” es evidente este discurso:
“Descolonicemos lo que nos enseñaron
Con nuestro pelo negro, con pómulos marcados
Con el orgullo indio en el alma tatuado
Vengo con la mirada, vengo con la palabra
Esa palabra hablada, vengo sin temor a no perder nada”
Plantea, claramente “descolonizar lo que nos enseñaron”, romper con la idea de que no solo la colonización fue con la llegada de los españoles, la colonización se da sistemáticamente cada vez que valoramos más cualquier discurso, ideología, práctica venida de afuera, de los países “desarrollados”. La colonización comienza desde el lenguaje. Esto pasa también con una idea revolucionaria como el feminismo. Reproducir lógicas de lucha y levantar la bandera de un feminismo venido de afuera, es reforzar esa colonización, es naturalizar que lo latinoamericano es menos válido, está atrasado, que tenemos que aprender de los que saben. Ana Tijoux, desde su música es capaz de ponerlo en evidencia.
Para nosotras no es posible pensar en una literatura feminista latinoamericana que no tome como punto de partida esas tres propuestas y como base un feminismo latinoamericano nuestro, negro, indio, sudaca, campesino. Pero si hablamos de feminismo, queremos rescatar tres propuestas mas que propone Julieta Paredes y que nos pareció pertinente ponerlas aquí. El objetivo es ampliar las propuestas de Piglia, pero también, reivindicar y tomar las voces de las mujeres que escriben desde su lugar de militantes feministas latinoamericanas.
Así como Piglia adapta y propone sus propias tres propuestas adecuándolas al contexto, nosotras también queremos tomar las propuestas de Paredes, para proponer una literatura feminista pensada por mujeres militantes. Y latinoamericanas, por supuesto. Las propuestas de Paredes con respecto al género son tres: descolonizarlo, entendiendo que hay una opresión de género desde antes de la colonización, que hay un machismo latinoamericano con características propias; superarlo, es decir, reconceptualizarlo desde el feminismo comunitario; y trascenderlo, con un enfoque que promueve eliminar la socialización en femenino y masculino (y binaria, podemos agregar) para socializarnos como mujeres y hombres con historia y culturas propias, pero en comunidad. Creemos que las autoras citadas anteriormente cumplen con las propuestas de Julieta Paredes, que no habla de literatura, habla del movimiento feminista como movimiento organizativo y político. Pero nosotras, nos atrevemos a afirmar que toda literatura es, en mayor o menor medida, política y por eso tomamos las propuestas de Paredes como propuestas para la literatura feminista latinoamericana del futuro. Para cerrar, con la propuesta de trascender el género, vamos a citar a Susy Shock, poeta trava y sudaca, como ella misma se define:
“Yo, reinvindico mi derecho a ser un monstruo
ni varón ni mujer
ni XXI ni H2o
yo monstruo de mi deseo
carne de cada una de mis pinceladas
lienzo azul de mi cuerpo
pintora de mi andar
no quiero más títulos que cargar
no quiero más cargos ni casilleros a donde encajar
ni el nombre justo que me reserve ninguna Ciencia (...)”
Casi nada queda para agregar a este fragmento. Susy es capaz de pulverizar el concepto de género en un par de versos.
Ésta es la literatura que deseamos. Revolucionaria y promotora de cambios.