Massallá de las diferencias

Opinión 15 de noviembre de 2023 Por Lautaro Cantarero Salguero/Romina Duca Guidarelli
Columna de opinión de cara al próximo ballotage.

Massa está arrinconado desde todos los frentes y, aunque suene paradójico, esto le abre una gran oportunidad. Si quiere hacer de su victoria electoral una victoria política, no le queda otra que inventar un gobierno popular que ponga por delante los intereses de las mayorías antes que los de las corporaciones. En el transcurso de la campaña ha dado algunas señales en este sentido y es la única manera de refundar el contrato social roto en mil pedazos: tiene la obligación de mejorar el ingreso de los sectores populares y las capas medias empobrecidas democratizando económicamente el país de abajo hacia arriba. No solo hablamos de inyectar poder adquisitivo en el bolsillo de la gente, sino también en materia de infraestructura, por ejemplo. Los más subsidiados de esta sociedad somos los sectores medios y altos que tenemos acceso a una amplia gama de derechos, mientras las clases populares carecen de los servicios públicos básicos. La ecuación política de Massa no resiste otra alternativa, de lo contrario estaría condenado a reproducir una orientación antipopular con carcaza progre como la del doctor Fernández y en 2027 se iría por la puerta trasera. El desafío después de ganar las elecciones, es que Massa no se convierta en “Néstor Carlos Menem” (Diego Sztulwark dixit). Esto es, simbólicamente popular en sus formas discursivas y antipopular en el contenido de sus acciones. 


Digamos todo, al actual ministro le ha tocado agarrar un fierro caliente: post pandemia global, guerra entre la OTAN y Rusia, a lo que se suma la gravísima sequía de este año. Hay una crisis económica aguda, inflación de tres dígitos, más pobreza e indigencia que durante el macrismo, tres puntos del PIB se nos vuelan de las manos en intereses de la deuda externa. Massa también es la cara visible del peronismo que intenta vender una supuesta renovación, cuando en realidad atraviesa una crisis estructural. Avanzando más en la contextualización, cabe citar el diagnóstico que hiciera la vicepresidenta acerca del estado crítico de las instituciones liberales: nos hablaba de mafia judicial y de un estado paralelo que la proscribe, de jueces designados inconstitucionalmente por decreto, de causas judiciales express a la orden de los poderes fácticos y de espionaje que vende pirotecnia electoralista al mejor postor (que dicho sea de paso suele caer del lado de la oposición). Y por más buena voluntad que una minoría invierta en darles pelea -honrosa excepción-, los sótanos de la democracia siguen intactos, jugando sus fichas de lo más campantes e impunes. 

Nada nuevo bajo el sol

Luego de los dos rounds electorales previos, corrió mucha agua bajo el puente y la propuesta de Milei quedó al desnudo. Se puso blanco sobre negro que el libertario no tiene la más pálida idea de lo que haría si le tocara sentarse en el sillón de Rivadavia. Por la mañana puede aparecer muy campante diciendo una cosa y a la noche retractarse para plantear exactamente lo contrario. Las flagrantes contradicciones se pueden comprobar comparando su plataforma electoral con sus declaraciones plataformas electorales - elecciones paso 2023

Milei anunció que privatizaría Aerolíneas Argentinas, YPF junto con la reserva Vaca Muerta, ANSES, etc. Con respecto a la temible vuelta a las AFJP continuaría la línea de su nueva coequiper (Bullrich) que le recortó 13% a los jubilados en los 2000. La desregulación total de la economía permitiría una transferencia brutal de ingresos desde los trabajadores hacia el capital, más rápida y regresiva de la que vivimos actualmente. El discurso de Milei también repite mantras de los malos viejos tiempos: los escuchamos hablar de ineficiencia administrativa del sector público y el mito del elefante en el bazar. El estado elefantiásico no se mueve al ritmo del mercado y eso justificaría las políticas de shock mencionadas.

Entre el paquete de medidas la convertibilidad o paridad cambiaria que ya estalló por los aires en el 2001 y se coronó en un baño de sangre plebeya, es lo que Milei pretende adoptar, pero directamente eliminando el Banco Central y pasando a depender de la Reserva Federal de los EEUU. La antesala para ejecutar la dolarización sin los dólares suficientes es la presión sobre el tipo de cambio: mientras más alto vuele el dólar, menos dólares necesitaría. Así que si sos ahorrista olvídate de tus depósitos y si sos asalariado empezá a quitarle ceros a tu sueldo y agregáselo a los productos de la góndola. En otros términos, hablamos de una megadevaluación del peso que se licuaría al 1000%, que agitaría las aguas de una corrida masiva porque el ciudadano común lógicamente se iría corriendo al dólar.

Milei sostiene que el mejor presidente democrático fue el riojano de patillas largas e incorpora entre sus filas al vetusto menemismo residual. Cabe preguntarnos: ¿a qué se refirió en el debate con las triangulaciones comerciales que el mercado regularía por sí mismo? ¿Estará pensando en reeditar las nefastas exportaciones vía Panamá que la ciudad de Río Tercero mejor que nadie recuerda? Sabemos que las turbias relaciones internacionales del menemismo produjeron en la Argentina los tres peores atentados terroristas de su historia. ¿Esa es la política externa que Milei quiere reciclar?

Milei quiere sacar todos los números y también pretende indultar a los genocidas, reivindica la dictadura del 76 y su plan económico de miseria planificada (Martinez de Hoz dixit) del que es heredera la década del ´90 que añora. No se trata de negacionismo puro y duro, sino más bien de que practica una apología del estado terrorista, brazo armado garante de la aplicación del programa de saqueo de las clases dominantes. Su compañera de fórmula, Victoria Villacruel es, sin rodeos, una fascista confesa. Parte integrante de la familia militar, defiende condenados por delitos de lesa humanidad y gana apoyos del fascismo residual al interior de las cárceles.

Milei al gobierno, Macri al poder.

Al mediodía, el candidato libertario se ocupa de negar lo que dijo por la mañana, para pasar a defender otra cosa bien diferente: era anticasta y ahora tiene negocios con Macri (casta política, casta empresarial y casta del fútbol). Pero Milei nos aclara que no es afinidad lo que los une, sino que sólo necesita fiscales macristas para cuidarse del fraude y trata de ocultar las relaciones carnales evitando mostrarlas públicamente. Según él no habría razones para alarmarnos.

Entonces, ¿a qué nos enfrentamos exactamente hoy? Al mostrarnos sus cartas de una alianza con Macri quitó el velo de su política. Milei pretende embarcarnos en un experimento fallido similar al del gobierno de los Fernández: la jefatura política la llevaría Macri, sin poder real en el hipotético presidente libertario. En el medio de la transacción, se agrietó Juntos por el Cambio y su ala más conservadora, reaccionaria y ultraderechista apoya la candidatura de Milei. Hablamos de personajes políticos siniestros, los mismos que espiaban a los familiares de las víctimas del submarino Ara San Juan, los mismos que asesinaron a Santiago Maldonado y a Rafita Nahuel. Sin ir más lejos, la propia Bullrich (futura ministra de seguridad de Milei -que desplazaría a Villacruel del cargo-), fue parte del gobierno aliancista que antes de irse en helicóptero dejó un tendal de argentinos muertos en la Plaza de Mayo, 39 para ser exactos. Estos movimientos injustificables explican el desbande de la tropa amarilla después de fracasar en el gobierno anterior y que diriman a plena luz del día su internismo sin importarles lo más mínimo la desintegración de su frente político electoral: las palomas se declaran prescindentes y los halcones se suman a la campaña de Milei.

Anticuerpos democráticos: una barrera infranqueable

Esta imagen de marioneta o títere que tendría Milei, nos devuelve al escenario de acefalía actual en el que Massa debió desempeñarse como una especie de “primer ministro”. Contrasta perfectamente con el perfil de Massa plantado como autoridad presidencial confiable y previsible. Más allá de las diferencias que tengamos con Massa, no se puede desconocer la prepotencia de trabajo arrolladora que marca el pulso de su gestión y construye su lugar en el escenario político. Desde que asumió el gobierno ya no corre detrás de los títulos televisivos como legó el doctor “quiero tener un millón de amigos” Fernández. Estamos ante un político profesional con todas las letras: no se le escapa una, como se dice coloquialmente. Los apoyos internacionales de otros mandatarios que cosechó esta última semana son una demostración cabal de su potencialidad.

De este modo, Milei es verdugo de sí mismo: se enfrenta con la amplia mayoría de los grupos sociales en los que se divide nuestra fragmentaria comunidad y abraza a cada uno de los peores enemigos de la Argentina. Su caballito de batalla electoral fueron ataques directos a minorías sexuales, étnicas, migrantes, fieles católicos, ex combatientes de Malvinas, víctimas directas del terrorismo de estado, a los movimientos sociales, clubes, al feminismo, a los sindicatos, partidos y organizaciones políticas que no son de extrema derecha. Estamos llamados a responder a estas provocaciones yendo masivamente a votar Massa. Todos los agredidos recogimos el guante en un amplísimo gesto defensivo con efecto contagio que hoy lo sintetiza el nombre de Massa: la única vía disponible para demorar el avance del fascismo sobre nuestros derechos. En adelante, habrá que asumir la responsabilidad histórica de crear otra política que nos permita superar esta encrucijada.

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